lunes, 8 de marzo de 2010

Carnal.

En noches extrañas, absurdas como una película de Emir Kusturica, nos herimos el alma. Lo hicimos lento, marcando las pausas, al suave son de las teclas de aquel piano que seguía resonando en mi cabeza. Y entró la guitarra y nos volvimos locos, arañándonos la piel bajo la ropa sudada, pensando que jamás deberíamos habernos metido en esto, deseando tirarnos de cabeza a la piscina en la que nadan nuestros más húmedos deseos. Y gritando nos dimos cuenta de qué era el sexo.

Al son de nuestros jadeos la banda tocaba los últimos temas, pidiéndonos por favor que no provocásemos incendios de nieve.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bajen tus labios y me callen...

Supérate! serás capaz?

Anónimo dijo...

Que bajen tus labios y me callen...

Supérate! ¿Serás capaz?