martes, 18 de agosto de 2009

Sofa Song

Tranquilos, tirados, abrazados en aquel sofá contemplábamos la puesta de sol un día más, un día cualquiera. Nos sorprendimos a nosotros mismos en aquella posición, y sentimos que aquello no era más que un juego, un juego que acababa de empezar. Como si fuese poker, fingías tener siempre las mejores cartas. Como si fuese black-jack, yo siempre perdía contra la banca.

Las apuestas fueron subiendo y el ambiente caldeándose. Y, cuando menos me lo espero, en medio de luces de neón y equipos de alta fidelidad, me encuentro con tus labios, los mismos que días atrás intentaban responder a mis preguntas sin ser siquiera capaces de articular palabra alguna. Pero algo había cambiado en ellos. Quizá fuese el Russian Red que los iluminaba ese noche, o el reflejo del flash cegador, pero no pude contenerme y te besé. Te besé aún sabiendo que hacía mal, que aquello tendría consecuencias. Te besé sabiendo que mañana nada sería igual, que la cabeza me daría vueltas intentando averiguar por qué lo había hecho. Te besé, y conseguiste transportarme a otro lugar, otro lugar en el que tras cada beso venía una sonrisa, tras cada sonrisa una caricia, tras cada caricia una mirada, tras cada mirada, tus labios.

Volviste a visitar aquel sofá, y susurrándote al oído te canté "y que entonces no importe todo lo que nos rodea"...

1 comentario:

BCÁ dijo...

O lé...

:)